Este domingo Puerto Rico ocupó un inusualmente central papel en la dinámica política de EE.UU. con la realización de las primarias republicanas, pese a que sus habitantes no podrán luego votar en las presidenciales de noviembre.
El exgobernador de Massachussets, Mitt Romney, se impuso cómodamente al obtener más del 80% de los votos y con ellos los 20 delegados que asistirán a la convención del partido, en la que se elegirá el nombre del contendor del presidente Barak Obama.
Aunque el peso de Puerto Rico en la política estadounidense es escaso, puesto que sus más de 3,7 millones de habitantes no tienen derecho votar en comicios presidenciales, el proceso republicano de este domingo generó una atención mayor de la usual, dado lo disputadas que han estado las primarias republicanas.
Aunque Romney es el favorito para ganar la nominación del principal partido de oposición, su campaña no ha sido un paseo victorioso, como muchos analistas y simpatizantes habrían esperado.
Los desafíos que ha encontrado el exgobernador, últimamente en la persona del exsenador Rick Santorum y poco antes en la del expresidente del Congreso, Newt Gingrich, han hecho de cada primaria una batalla importante y por eso los 20 delegados puertorriqueños, sumados a los 3 superdelegados con que cuenta el estado libre asociado, son un trofeo codiciado.
Ciudadanos sin voto
Aunque Puerto Rico sea coyunturalmente importante para los republicanos, los puertorriqueños no suelen prestar demasiada atención al pulso de la política estadounidense básicamente porque no pueden votar en las elecciones nacionales.
El Congreso de EE.UU. al reglamentar en 1917 el Estado Libre Asociado, les dio la condición ciudadanos estadounidenses a los puertorriqueños, pero no la capacidad de votar mientras vivan en la isla, además de eximirlos del pago de impuestos federales.
Además Puerto Rico no cuenta con legisladores elegidos en el Congreso en Washington, salvo un delegado sin poder de voto que los representa en la cámara baja del legislativo estadounidense.
Varios isleños se han desempeñado en cargos dentro del gobierno federal -algunos como embajadores- y pueden integrase en las Fuerzas Armadas estadounidenses.
Sin embargo, demócratas y Republicanos incluyen al territorio en sus procesos de primarias.
Pese a que los puertorriqueños no votarán en las presidenciales de noviembre, la manera como se perciba en la isla a los candidatos -el presidente Obama y su contendor republicano- podría influir en el voto de los miles de isleños que viven en territorio continental estadounidense, sobre todo en Florida.
Según datos del Censo, unos 850.000 puertorriqueños se han establecido en el centro de la península del sureño estado, principalmente en el eje de las ciudades de Orlando y Tampa, un fenómeno que empezó en la década de 1970.
Es la mayor cantidad de naturales de Puerto Rico que vive en EE.UU. fuera de Nueva York, y por ser ciudadanos cuentan automáticamente con el derecho al voto.
Los puertorriqueños están catalogados como un grupo de votantes "pendular" cuya fidelidad partidista no está totalmente garantizada, aunque tiendan a favorecer a los demócratas.
Barack Obama tuvo el favor de ese electorado en 2008 y el verano pasado empezó una agresiva campaña para cortejarlo nuevamente con un breve viaje a Puerto Rico, el primero que hizo un presidente desde John F. Kennedy.
Recientemente el mandatario visitó Orlando para presentar un plan de recuperación económica basado en el turismo, que fue visto como un guiño a los puertorriqueños de la zona.
Mas importante que Hawai
Pero no es sólo el potencial de arrastrar votantes dentro de EE.UU. lo que motiva a los republicanos -y a Obama- a apelar a los puertorriqueños.
Con 23 delegados para la Convención Republicana que se realizará en Florida -tres de ellos de los llamados "superdelegados"- Puerto Rico tiene más influencia que estados como Hawai o Delaware.
En 2008 Hillary Clinton ganó en el estado asociado, pese a la agresiva campaña que realizó Obama en el territorio y sin embargo no logró la nominación presidencial.
"Puerto Rico nunca importó tanto en una primaria presidencial porque cada delegado cuenta", reconoció el jefe de finanzas del partido republicano en la isla, John Regis.
Errores de campaña
En días pasados, Rick Santorum dijo que Puerto Rico debía declarar el inglés como su idioma oficial si deseaba convertirse finalmente en un estado de pleno derecho dentro de la unión americana, algo que fue considerado por algunos como un "torpe" ataque a la herencia cultural española que orgullosamente mantiene la isla.
Por su parte, la campaña de Ronmey en el medio oeste estadounidense ha presentado anuncios de televisión en los que critica que, como senador en 1998, Santorum votara por Sonia Sotomayor para integrar la Corte Federal de Apelaciones.
Sotomayor, quien ahora integra la Corte Suprema de Justicia, es considerada un ícono de los hispanos estadounidenses, por lo que el cuestionamiento de la campaña de Romney es calificado por algunos como un "insulto" a la comunidad.
"No solo está insultando a Sonia Sotomayor, está irrespetando a puertorriqueños y latinos de este país", aseguró este viernes la representante por Nueva York, Nydia Velásquez, quien es nativa de la isla.
Mientras en noviembre los estadounidenses del resto del país eligen al presidente para los próximos cuatro años, los puertorriqueños lo estarán haciendo en un nuevo referéndum con el que se intenta definir el futuro estatus de la isla.
Será el cuarto luego de los realizados en 1967, 1993 y 1998, que mantuvo la condición actual de estado libre asociado adoptada por la Constitución estatal de 1952.
Las opciones son las de convertirse en el estado 51 de la Unión con plenos derechos -incluyendo posibilidad de elegir presidente y representantes al Congreso- o seguir con el status quo de la Libre Asociación.
La cuestión de la "estadidad" es el tema más candente en la isla y rebasa las barreras de la política local. Los dos principales partidos puertorriqueños, el Nuevo Partido Progresista y el Partido Democrático Popular, tienen importantes divisiones internas sobre el tema.
El actual gobernador de la isla, Luís Fortuño, miembro del Partido Progresista, es cercano a los republicanos y favorece la anexión, mientras que el actual delegado ante el Congreso, Pedro Pierluisi, también progresista, apoya a los demócratas y defiende la actual asociación.
Una tercera corriente, minoritaria, es la que promueve la independencia total del territorio.
Si los puertorriqueños aprobaran convertirse en un nuevo estado, el Congreso tendría aún que dar su visto bueno.
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